Navidad con jugo de piña

Conocí al amor de mi vida en las circunstancias más inesperadas: ¡fue mi maestro en un taller para periodistas en Israel! Esos últimos tres días al otro lado del mundo de mi México lindo y querido, voltearon mi vida de cabeza y revolucionaron mis vacaciones de Navidad ese año.

Después de un mes de llamadas telefónicas de Israel a Guatemala (donde yo vivía con mi hermana) mi amor hizo su primer viaje para conocer a mi familia en México. A través de esas llamadas diarias se volvió famoso en mi casa, así que mis papás y mi hermana sentían que ya lo conocían. Disfrutamos de una semana llena de sorpresas, mientras Nir conocía a mi familia y amigos en Cuernavaca, la pintoresca “ciudad de la eterna primavera”, donde crecí. Con el nombre de la ciudad empezó la diversión de aprender palabras en español.

Para nuestro huésped israelí era imposible pronunciar Cuernavaca y todavía hasta hoy lo más cercano era “Cornacova”. Cuando probaba comida picante pasaba diciendo “¡qué rico!” pero con ר israelí así que sonaba más francés que español; y cuando descubría algo nuevo que le gustaba de las tradiciones Navideñas, aprendió a usar el mexicanísimo “¡qué padre!”

26942_381517066263_2986025_n

El espíritu navideño en la casa estuvo sazonado con lo que llamamos “La Guerra de Chile” entre Carmelita, la señora que ayuda a mi mamá en casa, y nuestro invitado israelí. Como buen marroquí se jactaba detener un paladar acostumbrado al chile y aprendió a decir en español: “¿se supone que esto debería picar, Carmelita?”

176869_10151265955251264_1195910182_o

Al tercer día que presumía en cada comida, el ego culinario de la Sra. Carmelita llegó a su límite, así que decidió que el muchacho estaba listo para su famoso desayuno “Huevos con guajillo”. Obvio que al primer bocado Nir apenas pudo balbucear: “Q-Qué rico…” y la sra. Carmelita sonrió triunfante. La Guerra del Chile se equilibró con un romance loco cuando mi amor descubrió el jugo de piña. A todos lados a dónde íbamos lo pedía. Supongo que al igual que las mujeres latinas, nuestras frutas son exóticas e irresistibles ;-). Pero la ironía apareció mientras tomaba un vaso más, y su cara se entumeció. ¡El encanto terminó cuando descubrió que era alérgico!

DSC_0415

Pero el incidente más dulce no tiene nada que ver con la comida. Sucedió durante la víspera de Año Nuevo en casa de mi abuelita, mientras jugábamos el “Juego de las bendiciones” con familia y amigos que nos visitaban de Uruguay y Guatemala. Cada uno escribió en un papel las doce bendiciones más destacadas de ese año sin escribir nuestros nombres, y pusimos todos los papeles en una canasta. Todo el mundo tenía que sacar una nota y leerla hasta que el resto de los invitados pudiera adivinar quién lo había escrito.

De repente, viendo una escritura extraña, una voz con acento uruguasho dijo:  “Bueno, no estoy seguro si e-to es una flor que e-tá perdiendo un pétalo o un árbol tratando de cruzar la cashe…”. Todos soltamos la carcajada y de inmediato supimos que la nota pertenecía a Nir. Con un inglés que me sonó a música del cielo tradujo:

“…באוקטובר, הברכה) הגדולה ביותר היתהשפגשתי את אלה, מאז לא היתה לי ברכה גדולה יותר…”) “…En octubre, la bendición más grande fue conocer a Ale, y esa ha sido la bendición más grande este año”.

Ese pequeño papelito le abrió la puerta a Nir para formar parte de mi familia y así Dios cerró con broche de oro mi último año de soltería.

 

Compartir esto

Leave A Comment

Your email address will not be published.

Show Buttons
Hide Buttons
Skip to toolbar