¡Sorpresa, tienes llamada de Israel!
Decir adiós a colegas talentosos de todo el mundo que nos habíamos convertido en una gran familia durante el taller internacional de medios que duró un mes en Haifa, fue más difícil de lo que había anticipado. Pero cuando llegó el momento de decir (שלום Shalom-adiós) al amor de mi vida, a quien había conocido unos días antes, ni mi mente ni mi corazón estaban preparados para un final de esa magnitud a mi primer viaje a Israel.
No hubo nada particularmente extravagante acerca de esos tres días como uno podría esperar de un amor que creció tan rápido y tan fuerte. Pasamos unas cuantas horas trabajando en su estudio de grabación, comiendo חומוס (humus) y טאבולה (tabule), mientras platicábamos de nuestros sueños hasta la medianoche.
Esa sesión en el estudio terminó con un regalo: una canción que él compuso y cantó para mí. Desde que era niña me encantaba correr bajo la lluvia, e incluso eso pudimos hacer juntos cuando una lluvia repentina nos sorprendió mientras caminábamos a un bar de sándwiches (¡aunque no era época de lluvias en Israel!). Mientras yo estaba reviviendo mis sueños de la infancia, alguien más estaba pensando más en serio. Así que al día siguiente, que de casualidad era la típica שישי ארוחת (arujat shishi- cena familiar de los viernes), ¡conocí a toda su familia durante la cena! Por supuesto que no repetí en la mesa la primera frase en hebreo que mi maestro me enseñó: אני ואהבת אותך (ani ohevet otaj-te amo).Así que tuve que aprender la segunda: זה ממש טעים (ze mamash taim-Esto está muy rico).
Diría que lo más raro que sucedió en aquellos días memorables fue encontrarme orando por nuestro futuro con un hombre que apenas conocía. Un profundo sentimiento de estar en casa al estar juntos había unido nuestras almas de alguna manera que no podíamos entender.
Finalmente me di cuenta (en el aeropuerto) que tenía que volver a casa en Guate. Nos abrazamos con el alma y prometimos encontrarnos de nuevo pronto… en México, en Guatemala y en Israel. No tenía idea de cómo iba a cumplir esa promesa pero la hice con todo mi corazón.
Después de unos días en España y trece horas de vuelo, finalmente llegué a Guatemala. Marisa, mi hermana, me estaba esperando en el aeropuerto y simplemente la inundé con las noticias sobre Israel. Mientras ella trataba de hacerme preguntas en medio del mar de cosas que yo le contaba, sonó el teléfono. ¡Sorpresa! ¡Una llamada de Israel! Esta fue la primera de las conversaciones telefónicas diarias que tuvimos durante seis meses por lo menos dos veces al día. Debido a la diferencia de zona horaria de ocho horas, yo estaba empezando mi día cuando él estaba terminado el mismo día. Sin embargo, incluso desde tan lejos, nos las arreglamos para estar allí y decir “Buenos días mi amor” y “לילה טוב ממי” (Laila tov mamush- Buenas noches cariño) al principio y al final de cada día.
Aunque parecía cuento de hadas, en poco tiempo nos dimos cuenta de que estaba costando casi tanto como un vuelo para visitarnos mutualmente. Así que empezamos a planear para cumplir la promesa que hicimos en el aeropuerto: nos encontraríamos en México para visitar a mis padres en el mes siguiente, cuando yo tendría vacaciones de Navidad del trabajo. A penas un mes antes, a Nir nunca le habría pasado por la mente viajar a México, y yo nunca hubiera imaginado que dos meses después de regresar de Israel, estaría diciendo: Bienvenido a México ahuvi (mi amor).