El viaje que me cambió la vida
La primera cosa que me viene a la mente cuando abro los ojos a un nuevo día es: אוי לא, זה כבר שש?” ?” (ay no! ¿ya son las seis?) Y de volada el idioma de mi corazón se impone para iniciar mi primera conversación: “Buenos días Señor, gracias por un nuevo día…”
Este es un vistazo de cómo mi cerebro se encamina a un día en mi oficina en Tel Aviv, donde diariamente me subo a una montaña rusa de moda y estilo de vida en tres idiomas y ¡a veces más! Pero hace apenas un año, estaba viviendo en México y las únicas palabras que sabía en hebreo eran: Shalom, Ahava y Aleluya. Nunca esperé que esto cambiara tan rápido por causa del amor.
Debo ser una chava muy romántica ya que me zambullí de cabeza en lo que aquellos que han oído nuestra historia llaman “un amor de película”. Esta historia inicia en un área forestal protegida de la ciudad de Guatemala que fue donada a un grupo de radio y televisión. Yo había dejado la casa de mis padres en México hacia tres años y me había mudado a Guatemala con mi hermana para trabajar como directoras ejecutivas en la estación de televisión.
Mientras disfrutaba la impresionante vista de Guate desde mi oficina, que llamábamos “la pecera” (dos de las paredes eran de cristal y nos sentíamos como “el pescado mexicano en el tanque”), sonó el teléfono y era el cónsul de Israel en Guatemala. Recién habíamos transmitido un día de programación para conmemorar el 60 aniversario del estado de Israel. Antes de colgar, mencionó que acababa de recibir información del Ministerio de Asuntos Exteriores acerca de un Taller Internacional en Haifa, en el MCTC (Golda Meir Mount Carmel Training Center) titulado”Estrategias de medios de comunicación para el cambio social”.
Me dijo: “Tal vez te interese participar… sé que eres voluntaria en diversos proyectos de ayuda humanitaria y presentadora de un programa de televisión que reporta esfuerzos Humanitarios alrededor del mundo…” Apliqué. Para mi sorpresa, el aviso confirmación llegó con una invitación para pasar un mes en Israel, con otros 25 periodistas procedentes de Europa, Asia, África y América Latina. Estaba tan emocionada de ir a Tierra Santa, sin imaginar que se convertiría en mi tierra prometida.
Hacer conexiones y viajar en Israel con personas provenientes de lugares tan diversos y distantes fue una de las experiencias más significativas de mi vida. Desde el Congo hasta Filipinas, El Salvador a Kirguistán, China hasta Albania y mucho más, mis colegas no solamente trajeron nuevas perspectivas a mi trabajo, sino a mi vida personal. Mientras íbamos descubriendo Israel me enamoré completamente del país. Experimentar la tierra de la Biblia era un sueño que debía durar un mes pero se ha convertido en un sueño que vivo todos los días.
Durantela última semana del taller yo estaba esperando que llegara una conferencia en particular: Producción de video y herramientas web 2.0. Y ese día se convirtió en uno que recordaré el resto de mi vida. La conferencia inició con una película de nuestro grupo que había sido filmada sin que nos diéramos cuenta, mostrando cómo estábamos intentando cambiar el mundo. Mi proyecto grupal de clase era una campaña de educación y prevención de violencia doméstica. Siendo la única productora de televisión en mi equipo, yo era responsable de la producción. La edición terminó requiriendo un día más en el estudio, lo que llevó a una conversación más personal con el profesor, que se convirtió en una cena para dos, y para no hacer el cuento largo… me invitó a quedarme en el país unos días más. Así que para asegurarse de que me quedaría, la primera frase que mi maestro me enseñó a decir en hebreo fue: “Betaj she ken” (claro que sí). Yo no sabía lo que significaba, pero era tan emocionante decir mi primera frase en hebreo que no dejaba de repetirla… él dijo que sonaba perfecto.
Esperaba mucho demi primer viaje a Israel: nuevas conexiones, viajes históricos, tal vez incluso peligro o alguna revelación espiritual, pero confieso que conocer al amor de mi vida no estaba en la lista. Sin embargo, ahí estaba… el hombre que me hizo sentir como en casa, al otro lado del mundo. Y cuando conoces a esa alma con quien te sientes en casa, todo lo demás puede esperar por lo menos tres días…
Mi hermana y el personal de la oficina en Guatemala estaban esperando que yo volviera con todo tipo de historias de Israel. Ni uno de nosotros esperaba seguir hablando acerca de la historia, no solo en español, sino ahora ¡también en hebreo!