Oh Viernes, déjame abrazarte
En Israel llamamos a los días: Primero, Segundo, Tercero, … ya entienden la idea….Sexto y Shabat. El día seis que todos conocen como Viernes, es uno de los más especiales. En la práctica funciona así:
Para los niños es el día corto en la escuela, en los jardines de infantes es el día de hornear jalá (el pan de Shabbat), y bendecir el vino juntos. Para los adultos es un día de preparación para recibir el Shabbat, ordenar la casa, hacer compras de última hora y preparar la cena hasta antes del atardecer.
Y ¿para qué tanta preparación? Shabat (también conocido como “Shabbos” o el “día de reposo”) es la pieza central de la vida judía, y ha sido así desde los inicios del pueblo de Israel. Según el Talmud, Shabat es igual a todos los demás mandamientos. Es un día de descanso y celebración que comienza el viernes al atardecer y termina en la noche siguiente después del anochecer.
El viernes al ponerse el sol, las mujeres prendemos dos velas y bendecimos nuestro hogar. Antes de la cena, bendecimos el vino en una ceremonia o ritual familiar llamado Kiddush (santificación). El día siguiente no hay teléfonos sonando, no hay prisa de ir a ninguna parte. Algunas familias religiosas en Israel caminan a las sinagogas para la oración y convivencia en comunidad. En casa el tiempo pasa sin apuros y podemos disfrutar, reir, reflexionar, descansar, leer un libro, contemplar el paisaje, agradecer, pasar tiempo en familia, comer (que es considerado mandamiento! sí!) y por supuesto, dormir una larga siesta…
El origen de este día está en el libro del Génesis que relata que Di-s creó el mundo en seis días y descansó en el séptimo. Los sabios dicen que en ese día, Di-s creó el descanso (menujá en hebreo), sin el cual sustentabilidad de la creatividad sería imposible.
Después de que Di-s sacó a los hijos de Israel de Egipto en el año 2448, les enseñó acerca del Shabat: trabajar durante seis días y descansar el séptimo. Shabat es también uno de los 10 mandamientos que Di-s transmitió en el Sinaí.
“…recuerda el día sábado para santificarlo. Seis días habrás de trabajar y realizarás todas tus tareas, pero el séptimo, sábado, lo consagraras a tu D-s. No harás ningún trabajo, tú, tu hijo, tu hija, tu esclavo y tu esclava, ni tus bestias… porque en seis días creó Ds el cielo y la tierra, el mar y todo lo que contiene y descansó el séptimo día, por lo tanto bendijo D-s el Shabat y lo santificó.” (Éxodo 20:8-11)
Por lo tanto, el Shabat conmemora tanto la creación del mundo como la intervención de Di-s en los asuntos del mundo cuando liberó a Su nación de la esclavitud.
A lo largo de los 40 años que nuestros antepasados vagaban en el desierto, una lluvia nutritiva de maná caía del cielo, excepto en Shabat. Pero nadie padecía hambre ya que el viernes caían raciones extra, así que todo el mundo tenía suficiente para el día santo.
La Torá es muy breve acerca de la observancia del día, que nos dice que no hay trabajo por hacer y no hay incendios han de ser encendido. Pero la tradición rabínica, junto con un cuidadoso estudio de los textos de la Torá produce una gran cantidad de información (más de la que puedo asimilar), mucha de la cual se encuentra en el tratado talmúdico bien llamado Shabat.
Al igual que el Shabat fue recibido con vino, lo despedimos con otra copa de vino en una ceremonia especial conocida como havdalá (separación). La Havdalah también incluye bendiciones recitadas sobre las especias fragantes, para revivir nuestras almas que sienten la pérdida del don especial de Shabat, y el fuego, que conmemora el primer fuego que Adán y Eva iluminaron después del primer Shabat.
Mientras otras culturas tienen dos días de descanso o que mentalmente y prácticamente en muchos casos se traduce en ninguno, ya que aún en el fin de semana, la mente continua en el mismo “modo” de hacer, se sigue hablando de proyectos, negocios, planes, e ideas. En Israel tenemos únicamente 24 horas de descanso, literal.
Así que he encontrado que aquí la frase “Work Hard, Play Hard” (Trabaja duro, juega duro) es el motto de todo israelí, sin importar qué tan religioso o secular sea. Esto genera una perspectiva única, fomenta la integración familiar, ayuda a impulsar la creatividad y la vida próspera. Si tan solo pudiera abrazar un día, ya saben cuál sería.