Que no le digan, que no le cuenten….

Si hay un arte originario de la cultura del Medio Oriente es el regateo. Tanto judíos como árabes son maestros de este arte y el mercadillo de la ciudad de Jope (Jaffo) es el lugar perfecto para que los latinos pulamos esta habilidad.

El puerto más antiguo del mundo, en su historia ha visto miles de navegantes de tierras lejanas entrar por sus playas y a tan solo unas cuadras encontrarse con los comerciantes locales. Este vibrante mercadillo comenzó en el siglo 19 como uno de los muchos minibazares que rodeaban la antigua torre del reloj de Jaffa.

Tal vez una de las palabras más divertidas que escucharán durante su estancia en este pequeño y controvertido pedazo del mundo sea Shuk Hapishpeshim, (¿qué? ¿qué?) mercado de pulgas en hebreo. Y sí, ya existía el nombre antes de Mary Poppins. Y así como en la maleta de este famoso personaje, cualquier cosa que imaginen se puede encontrar en las banquetas de las calles de este icónico mercado de Jope.

Al iniciar la caminata desde la torre del reloj, invade una sensación como de entrar en la escena de una película de antaño: las calles principales cubiertas con muebles antiguos, alfombras y tiendas de adornos orientales; callejones repletos de colorida ropa colgando, joyas extravagantes y recuerdos. Pero el mercado de pulgas de verdad está a la espera en un espacio abierto, donde los vendedores tienen toda la mercancía exhibida en una tela en el suelo.

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Turisteando en el laberinto de pasillos y pequeñas calles del complejo se encuentra una diversidad de tesoros en medio de baratijas. Expuestos en repisas o mesas antiguas se hallan objetos de cobre, latón, joyas y azulejos persas antiguos, así como artículos de Judaica y montones de ropa de la India. Así que un ojo conocedor puede descubrir artículos valiosos, que comparten un estante abarrotado de lámparas antiguas, o cuentas de turquesa fina entre plásticos parecidos, a precio de ganga.

La diversión en este lugar tan peculiar es una experiencia tipo “búsqueda del tesoro” en la que el reto es encontrar el oro auténtico entre todo tipo de objetos antiguos y chácharas, y luego negociar un buen precio. Sin duda, se necesita un poco de ayuda de las manos para darse a entender, pero eso no es problema alguno para los latinos, nos viene de cuna.  Nunca acepten el primer precio ofrecido. Es importante que el vendedor y el comprador participen en esta tradicional danza del precio final.

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Cuenta la tradición que se consiguen las mejores compras el domingo muy temprano por la mañana, cuando el vendedor espera una primera venta rápida que le traiga suerte a través de la semana. Ah sí, recuerden que en Israel, el domingo es el primer día de la semana y ¡a chambear se ha dicho!

Mi recomendación es hacer una parada en Abulafia, cuyos hornos de leña para bagels, pita y todo tipo de delicias árabes callejeras inunda de aroma la calle principal, perpendicular al mercadillo. Con bagel en mano, y café turco para llevar, la mañana toma un saborcito de medio oriente que les inspirará a conquistar las calles entre español, inglés, y señas. Y para finalizar, mi frase secreta para conseguir mejor precio:

“jetzi mejir, iala motek” – “a mitad de precio, ándale querido”,

seguida de una sonrisa. Sin duda, no les consiguirá automáticamente la mitad, pero sí una rebaja considerable y tal vez hasta una charla interesante con los lugareños.

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