Por favor, toque
Mi esposo y yo estamos sentados en un restaurante en el antiguo puerto de Jope, el lugar perfecto para una cena romántica, pero no podemos ver la comida en nuestros platos. Fuimos guiados de la mano por un mesero ciego a la mesa. Me las arreglé para servirme un poco de agua, pero ahora no puedo encontrar mi vaso. Con cuidado intento comer del salmón que ordené, de repente percibo un sabor diferente, mmm, puré de papás.
Cerca de nosotros, puedo escuchar el murmullo de gente hablando pero no los veo ni ellos pueden vernos a nosotros. Me siento extraña y vulnerable. Con todo, para cuando llega el postre, hemos logrado hacer amistad con una pareja que está sentada frente a nosotros, cuyos rostros nunca hemos visto, ella israelí, él venezolano.
Este peculiar restaurante, The BlackOut (El Apagón), en el centro Nalaga’at, sirve todos sus platillos en completa oscuridad. Oigo la voz apacible de nuestro mesero preguntando si todo está bien. Para él, la vida cotidiana es en oscuridad, ya sea en el restaurante o fuera de él.
Ciego de nacimiento, se mueve alrededor de las mesas en sincronización perfecta con el resto del personal. Escucho su voz relajada mientras que todos mis sentidos se enfocan: el oído, el gusto, el olfato y el tacto, todos han entrado en un nuevo estado de alerta que experimento por primera vez. Encuentro la mano de mi esposo en la mesa, la aprieto fuerte y me relajo. Esta noche el significado de las palabras “Nalaga’at” (hebreo para “Por favor, toque”) se transforma necesidad para mí.
El restaurante BlackOut, junto con el Café Kapish, dirigido por meseros sordos y el Teatro Nalaga’at, sede del único ensamble de actores Ciegos-sordos en el mundo, comprenden el Centro Nalaga’at. Situado en un antiguo almacén a orillas del Mediterráneo, el centro emplea a unas setenta personas, en su mayoría sordos, ciegos, o sordos y ciegos.
La primera producción del Ensamble, “Light is Heard in Zig Zag” (“La Luz se Oye en Zigzag”) fue uno de los proyectos más desafiantes para el fundador de la compañía, Adina Tal, un exitoso actor. La mayoría de los actores son ciegos y sordos a causa de un desorden genético llamado Síndrome de Usher, que causa sordera aguda al nacer, seguida de pérdida paulatina de la visión. En consecuencia, la mayoría no hablan sino que se comunican solo a través del tacto. Sin embargo, Adina logró liderar el grupo para actuar y hacer teatro extraordinario que ha trascendido las barreras del lenguaje y ha sido aclamado por el público israelí e internacional.
Tras dos años de ensayos, el Ensamble terminó la producción de su segundo espectáculo “Not by Bread Alone” (“No sólo de pan”), un show que dura el tiempo que tarda el elenco en hacer pan, que al final comparten con la audiencia. “No Sólo de Pan” se presenta varias noches a la semana en Jope desde el 2007. Los boletos para las presentaciones casi siempre están agotados.
Hay un encanto invisible pero profundamente conmovedor sobre este elenco de once actores, quienes a través de compartir sus sueños, nos llevan a su mundo interior, el mundo de la oscuridad, el silencio y… pan.
A través de una actuación extraordinaria de momentos surreales, entre la realidad y la fantasía, la dignidad y el ridículo, el dolor y los sueños, el público puede sentir el poder del toque físico en las relaciones humanas sobre nuestra necesidad de pan. Y los actores pueden sentir la ovación y el aplauso arrasador del público por palmaditas que les dan sus actores o guías en el hombro.
El Centro Nalaga’at es una joya artística excepcional en el corazón de este antiguo puerto Jope. Ya sea ordenando café de un mesero sordo, cenando en la oscuridad atendido por un mesero ciego o viendo una brillante obra de teatro inusual con actores ciegos y sordos y compartiendo el pan al final del espectáculo, los visitantes y espectadores viven una experiencia más que artística, humana, que cambia percepciones y puntos de vista, hablando en un nuevo idioma, más que a la mente, a los sentidos y al corazón.