Mamás Latinas en Israel
Dicen que cuando un latino se va de su país se lleva no solo sus petacas sino el sabor de su cultura, aún hasta el otro lado del mundo. Más aún si hablamos de la mujer latina, quien como en otras culturas, es la arquitecta del ambiente en el hogar y provee a sus hijos de la llamada “lengua madre”, que les seguirá el resto de su vida.
Cuando se vive en un país donde empezando por el idioma, la tradición y la cultura es tan abismalmente diferente al del latino como lo es Israel, aún con su multiculturalidad, apertura e inclusión para los extranjeros, es todo un reto para la mujer latina (especialmente la casada con israelí) transmitir esa cultura a los hijos. El entorno habla otro idioma, vive otra cultura y se convierte en el diario vivir del niño hasta la edad adulta.
Al mismo tiempo, esa misión de transmitir la tradición latina, desde nuestro bellísimo idioma, la manera dulce de hablar, hasta las cenas típicas, la música guapachosa y la actitud positiva ante la adversidad, como dice la canción de Celia Cruz, “la vida es un carnaval”, se convierte en un sello en la relación madres e hijos, que nos diferencía a donde quiera que vayamos.
Y para una travesía de educación en una cultura paralela a la cultura del país donde se vive es útil y diría yo, necesaria, una comunidad de madres que puedan compartir sus experiencias, vivencias, luchas, errores y victorias en esta aventura de criar niños latinos, que más adelante en la vida no sólo entiendan español a la perfección, sino que lo hablen y se sientan parte israelí- parte latino, y puedan llegar a ser ciudadanos del mundo con una amplia flexibilidad cultural, bi-tri y hasta cuatrilingües, y promotores de la diversidad y fusión cultural.
He de confesar que pasar cuatro años sin una comunidad latina me hizo insertarme al 100% en la sociedad israelí, aprender el idioma, manejarme como local y dejar de sentirme extranjera. Sin embargo, cuando me convertí en mamá, una parte de mí anhelaba hablar en español con otras mamás, que mis hijos pudieran hablar y jugar en español con alguien más, (por supuesto sin incluir las pláticas por skype con mi familia y las visitas anuales a México).
Así que hoy aplaudo la iniciativa de mi amiga la emprendedora argentina Daniela Zerahía y su compinche (como le gusta llamarla de cariño) Yael Jeger, de iniciar una comunidad virtual de Mamás Latinas en Israel, con el propósito de compartir experiencias, sentir comunidad, apoyar a las que recién vienen llegando a Israel, que hablan poco hebreo o que tienen dudas sobre lo que otras, con ayuda de la familia acá, a través de ensayo y error, o a punta de golpe, hemos aprendido. En tan solo unos cuantos meses este Grupo Cerrado (por el cuidado de los niños y la información que posteamos) ha crecido hasta 730 mujeres y sigue creciendo.
En lo personal Israel ha sido una experiencia de vida transformadora. Aquí me convertí en esposa y madre, y si eso te cambia la vida aún en tu país, cuanto más en un país tan distinto a Latinoamérica como lo es Israel. Así que en el proceso de reinventarme como mujer, Mamás Latinas viene a ser una “casa virtual” a donde voy a reirme con el post del día, con el comentario ingenioso y divertido, y donde también veo la lucha de las mujeres maravillosas que a pesar de no hablar el idioma hebreo, enfrentan los retos de cualquier inmigrante aquí y se fajan para dar a sus hijos lo mejor!
Por primera vez nos reunimos hoy en Tel Aviv, en un picnic en el parque HaYarkon, con algunos esposos solidarios y otras con uno, dos y hasta tres niños, viajando solas, aún desde Ashkelon, para encontrarse con otras mamás latinas. Desde maestras, educadoras, cantantes, empresarias, amas de casa, consultoras, agentes de viajes, conductoras de tv, programadoras computacionales… de países tan distintos como Chile, Argentina, México, Ecuador, Venezuela y Cuba, nos dimos cita unidas por la maternidad en el idioma español.
Escuchar el lenguaje de mi niñez por cinco horas seguidas, comer comida típica de Paraguay, donde nunca he estado, y de donde hoy aprendí que lo que ellos llaman “sopa paraguaya” los mexicanos llamamos “pastel de elote”, me hizo sentir que aún nuestra diversidad nos une.
Fui testigo de la fusión de culturas cuando mi marido, quien es músico israelí pero nunca ha tocado música latina (a penas habla unas cuantas palabras en español), hoy simplemente tomó su guitarra y con el celular siguió los acordes para acompañar a Orly Solomon, maravillosa cantante originaria de Francia, quien se convirtió en mamá latina al criar a su hija en Cuba, y le corre el sabor latino por la voz. Con canciones como Bésame Mucho, La Vida es un Carnaval y hasta Shema Israel, Nir y Orly nos hicieron aplaudir, cantar y bailar.
No importa de donde vengamos, desde el norte de México hasta la punta de la Patagonia, nuestra música, nuestro idioma, nuestra comida, nos une, nos calienta el corazón y nos energiza en cualquier rincón del mundo donde nos encontremos. Aquí les dejo unas fotos del picnic de Mamás Latinas en Israel, trayendo un pedacito de América Latina al parque más visitado de Tel Aviv.