Hay “yo” en “nosotros”
Nunca imaginé casarme dos veces con el mismo hombre. Pero cuando conocí a Nir, me di cuenta que el amor verdaderamente mueve al mundo, y que Israel, es sinónimo de posibilidad.
Así que en la víspera de nuestro 9no aniversario de matrimonio, que justo este año cae en la celebración judía de Rosh Jodesh Sivan (el primer día del mes de Sivan), me he dado a la tarea de reflexionar en lo que he aprendido en estos años de haberme convertido en “uno” con Nir.
Creo que la transformación más significativa ha sido la del “yo” al “nosotros”. En Hebreo, la raíz de la palabra “yo” es an. Esta es también la base de la palabra “nosotros”. (Yo es ani, nosotros es anu o anajnu.)
Una de las cuestiones en las que Nir y yo estuvimos de acuerdo al iniciar nuestra familia, es que nuestra travesía iniciaría y terminaría en Israel (tal vez con alguna que otra parada temporal en otro país).
Cuando nos conocímos no teníamos mucho en común ya que crecimos en distintas culturas, tenemos distintos trasfondos, ¡ni siquiera un idioma en común! Al principio, iniciamos nuestra relación en inglés (el segundo idioma para ambos), y además de nuestro amor uno por el otro, teníamos una meta común: formar una familia y establecer un hogar en Israel.
Así, los primeros años fueron de siembra, conocernos mejor, y en mi caso, aprender Hebreo y la cultura israelí. A lo largo de los años he escuchado historias de muchas parejas batallando con diferencias en desarrollo profesional y personal del esposo y la esposa, y en el caso de parejas mixtas (israelí-extranjero), como nosotros, un sinfín de tensiones culturales y religiosas. Algunas culturas son más individualistas, otras más colectivistas y los matrimonios son capaces de manejar cierta tensión (positiva o negativa) entre los dos extremos del espectro.
En Israel, es muy clara la tensión positiva entre el individualismo y el colectivismo. En su libro Chutzpah, Inbal Arieli cuenta,
“A través de la canción infantil “Mi Tierra de Israel” de Datia Ben Dor, aprendemos cómo Israel fue construida a través del esfuerzo conjunto de individuos, cada uno haciendo una tarea específica, pero todos juntos creando un país y una cultura.En la canción la pregunta: “¿Quién construyó y quién plantó?” se responde “Todos nosotros juntos”. En Israel, de alguna manera, los dos valores, individual y colectivo, coexisten sin pisarse uno al otro.”
En nuestro caso, hemos encontrado un balance en este juego de fuerzas individuales y colectivas. En la relación de pareja y proceso de toma de decisiones, siempre ha estado en primera prioridad, el desarrollo de la familia. Algunas veces, nos ha costado trabajo llegar a un acuerdo: ¿Nos quedamos a vivir en Tel Aviv o nos vamos a la periferia? ¿Emprender o ser empleado? ¿Cuarto hijo o no más hijos?… la mayoría de las veces hemos logrado alinear nuestro desarrollo personal y profesional individual, con las prioridades familiares.
Y es que uno de los factores de la tensión positiva entre individualismo y colectivismo en Israel es la diversidad de su población. Los inmigrantes naturalmente tienden a calcular bien los riesgos y a trabajar duro. Y ese es precisamente uno de los ingredientes más destacados de nuestra familia. Creo que por eso vivimos como peces en el agua en Israel, Nir y los niños como sabras (judíos nacidos en Israel) y yo como nueva israelí, ya que el país es un mosaico de culturas, en el que no hay un solo tipo de Israelí- hay israelíes de origen marroquí, rusos, polacos, etiopes, americanos, egipcios, ucranianos, uruguayos, mexicanos, y la lista continua.
Esta diversidad implica un sin fin de opiniones, a veces más de las que mi cabeza puede manejar, incluyendo consultas con la banda –javura en hebreo, que incluye por supuesto, a la familia y amigos cercanos. Muchas veces, decidimos estar en desacuerdo, pero siempre estamos dispuestos a escucharnos unos a otros y a respetar las opiniones y las decisiones de los demás.
Aunque Nir y yo nos conocemos hace a penas diez años y estamos casados nueve, como individuos, traemos diferentes fortalezas y debilidades a nuestro matrimonio. Hemos aprendido cómo caminar en la vida juntos, cómo trabajar juntos, cumplir objetivos comunes y encaminarnos hacia una visión compartida. Encontramos un equilibrio que optimiza nuestra colaboración. Y frecuentemente, lo recalibramos.
Una de las bendiciones más grandes, que nos ha presentado uno de los mayores retos, es convertirnos en padres y encontrar nuestra propia forma de crianza.
Mi niñez en México fue muy diferente a la de mis hijos en Israel, quienes como todos los niños israelíes, tienen una vida muy libre y social. El estilo de vida en Israel, profundamente arraigado en el Judaísmo, una religión que enfatiza el aprendizaje y el debate, se ha combinado con una larga historia de persecución religiosa para crear un enfoque distintivo para la crianza de los niños, con énfasis en el aprendizaje, el humor y el escepticismo, abrazando a los nerds de todo tipo y alentando a los niños a perseguir sus pasiones y sueños.
Nir y yo, hemos establecido cuatro valores familiares: rectitud, acción, creatividad y firgun (en hebreo: formar parte de la experiencia de felicidad de otros) y las hemos definido con los niños para que cada uno pueda compartir diariamente sus logros, sus desafíos y sus historias a la luz de estas cuatro guías.
En su libro Mamaleh sabe mejor, Marjorie Ingall menciona cuatro secretos de la crianza judía que resumen muy acertadamente nuestro estilo.
Desconfiar de la autoridad: Por su historia, el pueblo judío necesariamente debe desconfiar de la autoridad por lo que la apertura al debate y los desacuerdos, provee grandes oportunidades para desarrollar las hablidades de pensamiento crítico.
Fomentar a los geeks: unirse al equipo de matemáticas es mucho más aceptable en tiempos modernos, pero cuando se trata de aceptar a los geeks, los judíos historícamente llevan la delantera. La popularidad y el conformismo no son parte de la cultura en Israel. Inspiración intelecual, ahí está la clave.
En casa tenemos un ávido jugador de ajedrez de 8, que ya ha cantado victoria sobre papá y mamá un par de veces; un amante de los libros de 6, que tiene libros en todas partes (hasta en el coche) y un cómico de 2, que nos hace reir a todos a carcajadas.
Leer y Reír: Estudios científicos sugieren que tanto el humor como contar historias contribuyen al éxito de un niño. No es de extrañarse que Israel sea el país donde la gente compra más libros per capita, y en nuestra casa, la mezcla es interesante, no solo en temas, sino en idiomas (hebreo, español e inglés y uno que otro en francés).
Sanar al mundo: En hebreo, tikkun olam, tiene el enfoque de conectarse, significativamente, con otras personas. Es resultado de los valores que se han transmitido de generación en generación no sólo de manera familiar sino colectiva, como judíos y ahora, también como israelíes.
Nuestro lema en casa es que “los pequeños actos pueden ser poderosos” así que hacer un dibujo para un amigo a quien se le murió su perro, escoger juguetes para donar al jardín de niños cada año, son ejemplos de lo que los pequeños pueden hacer, incluso en edad pre-escolar.
Este año, nuestro aniversario de bodas cae justo en Rosh jodesh Sivan, que se conoce como el día en que el pueblo judío llegó y acampó frente al Monte Sinai. La Torá describe esto con la frase:
“Israel acampó delante a la montaña”
Éxodo 19:2, donde el verbo vaychan (“acampado”) se establece en una forma singular, en contraste con los otros verbos en la narración. Esto describe cómo todo el pueblo acampó “como una persona, con un sólo corazón”, expresando la verdadera unidad.
En estos primeros 9 años, mi mayor aprendizaje y transformación ha sido, que a pesar de nuestras 2 o 3 opiniones (por persona), nos hemos convertido en una verdadera unidad, una familia, en las buenas, malas y en tiempos de coronavirus, nos fortalecimos aún más.
Me emociona ver como hemos ido creciendo en todo sentido, de dos a cinco miembros de familia, e iniciamos nuestro décimo año con gran expectativa. A pesar de que las circunstancias cambiantes del mundo y la recesión económica, pintan un panorama incierto, confiamos en que juntos, con la ayuda de Di-s, seguiremos contribuyendo individualmente al desarrollo familiar, inspirándonos y ayudándonos unos a otros a florecer y cumplir nuestros sueños.
Mazal tov mi amor!